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Iglesia de San Miguel - Castellón

Iglesia de San Miguel

La iglesia de San Miguel se sitúa en una de las arterias principales de la ciudad de Castellón, la calle Enmedio, vía comercial y de paseo por antonomasia de la capital provincial. Se trata de un templo de una sola nave y capillas entre contrafuertes, con coro alzado a los pies y ábside plano que, sin embargo, cubre con bóveda radial sobre pechinas angulares, sistema consolidado en nuestro ámbito geográfico en el transcurso de la primera mitad del siglo XVII, gracias a la actividad del arquitecto Joan Ibáñez. A él o a sus colaboradores más próximos cabría atribuir las trazas del primer proyecto Los muros se articulan en base al orden corintio y en ellos y en la bóveda de cañón se instala una bella decoración barroca, basada en apliques de formas geométricas y florones en los fustes de las pilastras e intradós de los arcos y exuberantes esgrafiados, que, con todo, resultan más contenidos que en otros ejemplos de nuestro entorno, tal vez por la fecha tan avanzada de su realización, cuando estaban a punto de desaparecer como recurso decorativo. Muy bella y representativa del momento es la ornamentación en yeso sobre las puertas del ábside y en los enmarcamientos de las ventanas. La fachada es un imafronte liso de remate mixtilíneo, con puerta dovelada de arco de medio punto, que parece anterior y podría ser reaprovechada y piedras bien labradas en las esquinas. En la parte superior del vano de entrada hay una pequeña hornacina con un escudo que contiene algunos símbolos del santo y encima de ella se abre una gran ventana adintelada. Tanto la hornacina como la ventana exhiben marcos con decoración que parece del siglo XIX. A la derecha se sitúa el campanario, de pequeña altura, planta cuadrada y ventanas de medio punto con el arco de rosca de ladrillo, enmarcadas en sus frentes por pilastras toscanas adosadas. Un curioso chapitel corona la construcción.   

Se acepta comúnmente el año 1670 como el de inicio de las obras de construcción del templo. En todo caso estas obras solo llegarían a asentar los cimientos y a levantar paredes hasta una cierta altura. En 1695, cuando se hace cargo de las obras el maestro Miquel Queralt lo hace para ”...lo acabar y perficionar la yglesia del Glorios Sant Miquel...”, es decir para terminar el edificio ya empezado. Si nos atenemos a los capítulos firmados él fue quien realizó los arcos, las bóvedas de nave y presbiterio, el coro alzado con su zócalo de azulejos y encargaría a algún escultor la ornamentación en talla de yeso y a especialistas en la técnica del esgrafiado la decoración interior, siguiendo las trazas que se les proporcionaron. Una decoración que, sin lugar a dudas, resulta perfectamente coherente con este momento histórico. Las obras terminaron en 1725.

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